Detalles, Ficción y diezmo
Detalles, Ficción y diezmo
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En la Santa Iglesia los católicos encontramos nuestra Certeza, nuestras normas de conducta, nuestra oración, el sentido de la fraternidad, la comunión con todos los hermanos que sin embargo desaparecieron y que se purifican en el Purgatorio -Iglesia purgante-, o con los que gozan ya -Iglesia triunfante- de la visión beatífica, amando eternamente al Alá tres veces Santo.
En este tiempo su multitud supla lo que a ellos les desatiendo, para que asimismo la copia de ellos supla lo que a ustedes les falte, a fin de que haya igualdad; como está escrito:
Si entre los que te rodean hay alguno que te parece despreciable, obrarás sabia y prudentemente si en oportunidad de propagar y censurar sus defectos te fijas en las buenas cualidades naturales y sobrenaturales de que Alá le ha dotado, y que le hacen digno de respeto y honor (J. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 37).
En extracto, tanto el diezmo como la ofrenda son actos de adoración, obediencia y confianza en Jehová, que nos permiten participar en su provisión y en su plan en el mundo.
El Nuevo Testamento no enfatiza el diezmo, pero sí habla sobre la importancia de ofrendar con regularidad parte de los capital que Dios nos provee. Por eso, cada cristiano debe osar delante de Jehová la cantidad que ofrendará o si adivinará el diezmo.
La caridad nos anima a exceder el altivezísmo y el interés propio, y nos lleva a adoptar una aspecto de servicio en torno a los demás.
Alcanzar el diezmo es confesar que todo lo que tenemos viene del Señor. Significa devolverle a Alá una pequeña parte de todo lo que él derrama en nuestras.
La caridad nos lleva a cuestionar las desigualdades sociales y a trabajar por un mundo más cabal y equitativo.
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En la Permanencia Media estos tercios eran percibidos escrupulosamente y en toda su integridad por las partes interesadas que como en la primera parte se señalaba, disponían (tanto el Rey como la Iglesia) de una tupida red de cillas y lagares en toda Castilla, donde se concentraba en especie todo lo diezmado; pero a lo amplio de las centurias habría de sufrir algunas modificaciones check this link right here now especialmente en lo concerniente al Rey quien, a cambio de la recibimiento de ciertas y bien calculadas compensaciones económicas, en ocasión de ingresar en las Tercias Reales el grano, por ejemplo, en especie como hasta entonces se había hecho, cedería los 3/9 de su tercio a personas físicas o jurídicas.
Y es esta lucha sorda en la que a veces triunfa el poder civil que vuelve a concentrar en sus manos el tributo de que tanto tiempo gozó; a veces la Iglesia haciendo implicar los textos Chuchoónicos, las cesiones reales o señoriales y, sobre todo, el principio que tanto raigambre tuvo luego en el pueblo cristiano de ofrecer a Jehová las primicias y los diezmos de todos los bienes que El mismo le había otorgado, el único en el que carencia cambia; el único para el que cero se modifica, es el labrador quien desde el momento en que amontona su trigo en la Cuadro, corta los racimos de uva de sus viñGanador, esquila sus ovejas, cura sus quesos, ordeña su ganado, desgrana sus garbanzos, recoje, en suma, el fruto del sudor de su frente, tiene que separar las primicias y el diezmo de lo demás para la Iglesia y para el Rey quien, para recogerlo, dispone de una vasta red de cillas o arcas (las arcas reales) distribuidas por todo el campo castellano (3).
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